Persianas Castellon…Los españoles tenemos claro cuáles son nuestras persianas favoritas. Cerrajero Castellón sabe, a través de su experiencia forjada en el trabajo del día a día que nos decantamos por las persianas enrollables y es que éstas cuentan con una serie de ventajas que le vamos a contar a continuación.
En primer lugar, las persianas enrollables hacen que podamos regular la cantidad de luz que queremos que entre -o no- en el recinto.
Como segunda ventaja, apuntamos hacia algo que hoy en día es de sumo valor, la privacidad. Y es que, las persianas castellon enrollables nos aportan intimidad y evitan que los curiosos puedan ver qué hacemos desde fuera de nuestras ventanas.
¿Sabe que también mejoran el aislamiento de nuestra casa? Pues sí, favorecen tanto el aislamiento sonoro como el térmico.
Las persianas castellon enrollables son mucho más, son un elemento de seguridad que protege nuestras viviendas de intrusos indeseados. De hecho, otro día le contaremos en cerrajero de Castellón, de forma más extensa, cómo son estas persianas que nos aportan un plus de seguridad.
En la actualidad vivimos entre multitud de comodidades. La persiana es una más de esa larga lista que nos acompaña día a día pero ¿nunca se ha parado a pensar cuál es su origen?
Desde hace mucho viven con y entre nosotros. De hecho, las tribus nómadas ya usaban una especie de persianas creadas con hojas para decidir la cantidad de luz que entraba. Lo interesante es que mojaban las hojas para que el espacio que preservaban de luz fuerte se mantuviera fresco. También los egipcios o la Antigua China inventaron la forma de regular el caudal de luz y el paso del aire hacia el interior. Ambos usaban cañas -los últimos de bambú- y las disponían de tal forma que pudiera entrar aire entre sus huecos. ¿No le parece impresionante?
La primera persiana que más se asemeja a las actuales es la famosa persiana veneciana. Se llama así porque los persas fueron quiénes la introdujeron en Italia allá por el siglo XVIII. De hecho, etimológicamente, su significado es “de Persia”.
El invento se fue perfeccionando y se pasó de utilizar telas a madera para su fabricación. Posteriormente, ya en el siglo XX, llegó el aluminio de la mano del archiconocido grupo holandés Hunter Douglas y con ellos las persianas que más se asemejan a las nuestras.